Pasa a leer mi blog personal, mi dechado de abalorios.
Periodicidad semanal: Todos los jueves.
CONTENIDOS
Acerca de este Dechado de abalorios
¡Hola! Te doy la bienvenida a mi rincón de escritura personal. Aquí comparto relatos sobre temas cotidianos que capturan mi interés; también reflexiones y momentos que me atraviesan. Este espacio no tiene una estructura rígida: es un lugar donde divago y me entretengo escribiendo.
En otras palabras. este es mi taller de costura. Aquí deshilo mi pasado, bordo mi presente y mi futuro, y también zurzo los pequeños (o grandes) descosidos de mi día a día. Algunas veces hilvano y otras deshilvano; a veces los hilos se me hacen nudos y otras desenredo madejas.
¿Qué es un dechado de abalorios?
Quizá la expresión te resulte poco común. Así que te cuento un poco de qué va.
Tradicionalmente, un dechado de abalorios era una muestra de bordados realizada con chaquiras, canutillos y lentejuelas, y otros adornos “de poco valor” que, en conjunto, formaban maravillas.
Por extensión, un abalorio puede ser cualquier objeto que se use como cuenta para crear una pieza de bisutería o una obra artística. Y para mí, cada tema que comparto aquí es eso: una baratija que se convierte en tesoro ante mis ojos, una piedra de río que vale más que una pepita de oro.
Elegí este nombre porque así escribo esta sección, uniendo mis abalorios: mis alegrías, mis intereses, mis preocupaciones, mis recuerdos, mis tristezas, mis obsesiones… Cualquier pormenor es un buen pretexto para usarlo como cuenta en el bordado de esta escritura viva.
Este blog es un muestrario de puntadas y patrones, un lugar donde practico el arte de bordar con palabras.
Dechado de abalorios: de la costura a la plática y luego a la escritura
Hay algo más que me conecta con la imagen del dechado.
En su origen, los dechados eran una tarea asignada a las mujeres. Eran ejercicios mediante los cuales se enseñaban virtudes consideradas femeninas como la paciencia, la precisión y el cuidado. En un dechado se valoraba tanto la repetición de patrones como la invención de nuevos diseños (tradición y progreso).
Hoy sabemos que el bordado también es una forma de escritura, sobre todo, en contextos donde a las mujeres se les niega o se les negaba el acceso a la palabra escrita. Y esta conexión me resulta significativa.
En mi propia historia familiar, mis abuelas tuvieron oportunidades educativas limitadas, y mi madre solo estudió una carrera técnica de dos años después de terminar la primaria (carrera que ejerció solo un par de años, antes de casarse). Mi abuela paterna hizo deshilado y ganchillo toda su vida, hasta que la artritis deformó tanto sus dedos que ya no pudo sostener ninguna aguja. En cuanto a mi abuela materna, ella nos legó unos hermosos almohadones en punto de cruz que bordó durante su juventud. Mi mamá también aprendió esta técnica pero hizo solo un par de piezas; aunque aprendió a coser a máquina.
Por mi parte, yo no tuve éxito en ninguna de esas habilidades manuales (sobre todo, por falta de paciencia); sin embargo, fui muy afortunada al acceder tanto a la educación escolarizada como a las conversaciones que, poco a poco, fueron remplazando las horas de la costura en las casas de mis abuelas. Me gusta pensar que mi vínculo con la escritura se gestó, en gran parte, en esas pláticas.
En este enlace puedes ver un poco más sobre los dechados de chaquira en la historia de los bordados mexicanos.
Dechado de virtudes y defectos
También elegí esta expresión por su sentido metafórico. Decimos de alguien que es un «dechado de virtudes» para señalar que es una persona ejemplar… O que es un “dechado de vicios o maldades” si sus acciones son reprobables. En el caso de este blog persona funcionan las dos acepciones. Cada texto que comparto es una mezcla de mis virtudes y defectos, de mis aciertos y torpezas.
Este es un espacio de escritura en proceso, apenas un hilván.
¡Te invito a leer!
Si eres de esas personas que disfrutan de una buena charla sobre cualquier tema, de esas que saltan de una idea a otra sin avisar, de las que no han terminado una anécdota cuando ya empiezan otra… Y si también escribes para entenderte, para explorar, para dejar ir… Entonces tenemos mucho por conversar.
¡Ven, hilvanemos textos y deshilemos historias!

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